martes, 11 de marzo de 2025

 

El caso de Andrew Wakefield en 1998 es uno de los fraudes más conocidos en la historia de la medicina. Wakefield y sus coautores publicaron un estudio en The Lancet que sugería que la vacuna triple vírica (sarampión, rubeola y parotiditis) estaba vinculada al autismo en niños. Aunque el estudio utilizó un diseño epidemiológico deficiente que no permitía establecer una relación causal, rápidamente se difundió en los medios de comunicación y causó un gran pánico social. Esto resultó en una disminución en las tasas de vacunación y, como consecuencia, en brotes de enfermedades prevenibles por vacunas. En 2010, se descubrió que los datos de Wakefield eran fraudulentos y que había conflictos de interés, lo que llevó a la retractación del artículo. Sin embargo, el daño ya estaba hecho, pues muchas personas, especialmente dentro de los movimientos antivacunas, continuaron sosteniendo la relación entre las vacunas y el autismo.

Este caso ilustra los riesgos asociados con el fraude científico y su impacto en la salud pública, un tema relevante en las lecturas mencionadas. En el artículo Rooting out scientific misconduct (Science, 2024), se destaca cómo las malas prácticas científicas, como la fabricación de datos, pueden tener consecuencias devastadoras no solo para la credibilidad de la ciencia, sino también para el bienestar de la sociedad. El caso de Wakefield es un ejemplo claro de cómo el fraude puede alterar la percepción pública de la ciencia y generar desconfianza en los avances médicos.

En el Estudio de 2023 sobre la incidencia de malas prácticas en España, se observa que el fraude y las malas prácticas científicas siguen siendo un problema en muchos ámbitos. Aunque el sistema científico ha avanzado en términos de transparencia y control, el caso de Wakefield demuestra que, incluso cuando los estudios son finalmente desmentidos, sus efectos pueden perdurar, reforzando creencias erróneas durante años. Este tipo de fraude resalta la necesidad de un mayor escrutinio, ética y responsabilidad dentro de la investigación científica para evitar que se repitan errores tan graves.

1 comentario:

  1. Seguramente el caso más impresionante de fraude científico. Que además ha generado un movimiento de adhesión política (por que eso hace tiempo que no es ciencia) y que está en el poder en EEUU, donde han puesto en marcha esta semana proyectos para investigar esa relación ya tan comprobadamente falsa y de origen fraudulento...

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